¿Cómo no entender a aquellos poetas, escritores y cantantes que durante siglos y siglos han magnificado las bellezas de uno de los lugares más mágicos de todo el mundo? Cuando paseamos por las calles de Sorrento, embriagados por el aroma de los limones, observando a lo lejos un trozo de azul en el que cielo y mar se funden en un único abrazo, es fácil sentirse como los antiguos literatos que, fulminados por la belleza del lugar, sentían de repente la llegada de las Musas.

A pesar de que hoy en día es un destino turístico de fama internacional, paraíso marítimo para americanos, ingleses y alemanes, Sorrento aún puede sorprendernos y transmitirnos intensas emociones, pues a veces nos da la impresión de estar en un set de cine, cuando admiramos los paisajes que han hecho de fondo a famosas películas como “Pan, amor y …” con Sofía Loren y Vittorio De Sica. Merecen una visita especial la Catedral románica del siglo XV y la plaza principal Piazza Tasso, que alberga una estatua que representa al ilustre Torquato Tasso, que nació precisamente en este lugar.

Si paseamos por la Via della Pietà podremos admirar maravillados las bellezas arquitectónicas sorrentinas como Palazzo Veniero, Palazzo Correale y la Loggia de Vico Galantariaro.
 

Pero es sobre todo la atmósfera que impregna todo lo que hace únicas Sorrento y la cercana Piano de Sorrento (donde aconsejamos visitar el Castello Colonna, de 1872, y Villa Lauro, una de las mejores expresiones de la arquitectura neoclásica de la región): los colores llamativos, el tripudio de verde y azul, los antiguos talleres artesanos de la madera donde se puede oír como fondo los carrillones realizados a mano y las inconfundibles notas de la canción “Torna a Surriento”.

La Península Sorrentina es un lugar donde el alma se apodera del auténtico sentido de la belleza, de la armonía con la naturaleza, de los aromas y sabores que despiertan el amor y la curiosidad: el licor de limón de Sorrento, el aceite de oliva virgen extra Dop y la celebérrima pizza de la cercana Vico Equense. Aquí se pueden degustar productos típicos de gran calidad, como la salchicha y el salami de carne porcina y corteza de naranja, productos lácteos como los quesos tiernos “caciottine” rellenos de mantequilla y el famoso queso “Provolone del Monaco Dop”. Se dice que quien no ha probado la pizza de Vico Equense no ha comido nunca una verdadera pizza pero, a parte de estas folclorísticas afirmaciones, podemos decir sin lugar a dudas que la ciudad es un auténtico milagro gastronómico.

A poca distancia se encuentra otro lugar de culto para los que aprecian la buena cocina: Gragnano, cuya pasta, aún hecha con instrumentos de bronce, es el símbolo de una tradición gastronómica basada en la excelencia. 

A pocos kilómetros de distancia se encuentra Pozzuoli, una de las pocas ciudades que cuenta con dos anfiteatros romanos, el anfiteatro Flavio y el anfiteatro menor. Situada en el golfo homónimo, Pozzuoli se encuentra en la zona volcánica de los “Campi Flegrei” (campos ardientes), que comprende la Solfatara, volcán aún activo. 

Si desean despertarse con un delicioso desayuno a base de mermeladas de cítricos, visitar después las maravillas artísticas y paisajísticas, degustando lo mejor de la tradición culinaria italiana, solo tiene que reservar sus vacaciones en una de las casas rurales de la provincia de Nápoles, donde le acogerán con verdadero afecto, como saben hacer en estas tierras, donde la acogida se considera un valor absoluto.