La provincia de Siracusa entre historia, fe y folclore
Casa rural descubriendo la provincia de Siracusa
Pasar las vacaciones en una casa rural descubriendo la provincia de Siracusa será, sin duda, una decisión acertada.
Podríamos citar un montón de circunstancias sobre esta provincia que atestiguan la belleza de Siracusa, pero dos de éstas asumen una importancia particular. La primera es la famosa frase de Cicerón que la definió como “la más grande y la más bonita de todas las ciudades griegas”, otra, más reciente, es la declaración de la Unesco que la ha elegido como la ciudad siciliana Patrimonio Mundial de la Humanidad.
La fascinación de Siracusa es el resultado irrepetible de una alquimia compleja que aúna un mar esplendente con un área arqueológica única en el mundo.
El teatro griego es un símbolo indiscutible de la misma, construido alrededor del siglo V a. C., está dividido en nueve cúneos, cada uno de los cuales está dedicado a una divinidad. En la época de los romanos fue utilizado también para los combates de los gladiadores, pero los surcos que hoy se ven son el recuerdo de los españoles que utilizaron impropiamente el teatro instalando en el mismo, molinos de agua. Hoy en día, el teatro sirve de excepcional marco para espectáculos clásicos de gran sugestión.
Se respira casi un oscuro poder de atracción en las llamadas “Latomías”, antiguas canteras de las que se extraía piedra para construir edificios públicos y residencias particulares. Una vez finalizada la excavación, los ambientes obtenidos se utilizaban como prisión, y parece que precisamente aquí fueron encarcelados siete mil atenienses hechos prisioneros en el año 413 a. C.; cuenta la leyenda que se salvaron solo poquísimos, los que consiguieron recitar los versos de Eurípides a memoria.
La latomía más famosa es la del Paraíso, que está constituida por un grupo de canteras alrededor de las cuales surgió un frondoso jardín. A principios del año 1600, el gran Caravaggio, visitando estos lugares, dio a una de las cuevas el nombre de “Oreja de Dionisio”, aludiendo a la tradición según la cual Dionisio el Viejo solía escuchar los planes de los enemigos sirviéndose del fenómeno del eco.
En Siracusa hay tanto que ver, por tanto, póngase zapatillas cómodas y prepare el corazón para contemplar auténticas bellezas. Ahora ya está preparado para adentrase en el barrio de la Ortigia, casco antiguo de la ciudad, donde se encuentran los restos del templo de Apolo y de Ártemis, el templo más antiguo dórico de toda la región. No puede perderse tampoco una visita al majestuoso Duomo (catedral) de época bizantina, con las espléndidas esculturas de la Virgen, Santa Lucía y San Marciano en la rica fachada. El recuerdo del pasado griego lo encontramos en las columnas dóricas del Templo de Atenas, conservadas en su interior.
Si aún tiene tiempo le recomendamos una visita al palacete Villa Ladonia, sede del “Museo Archeologico Regionale Paolo Orsi”, con más de quince mil piezas únicas.
La espléndida capital de provincia siciliana reserva grandes sorpresas también en su provincia; en efecto, a poco más de cuarenta kilómetros de distancia surge Ferla, gracioso pueblecito rico en tradiciones y cultura. Sus habitantes son muy devotos del santo patrón, San Sebastián, cuya fiesta se celebra el 20 de julio, organizándose celebraciones solemnes y rituales de gran interés: así es, en la vigilia se celebra lo que se llama la “curruta”, durante la cual, la estatua del santo sale en procesión por las calles del pueblo acompañada por alegres invocaciones de los fieles. Después, con los primeros rayos de luz del día siguiente, resuenan algunos cañonazos que avisan a la gente de la celebración de la mesa matutina, a la que se acude en peregrinación, ofreciendo una cera como voto. Aquellos que llevan el “fercolo” (la máquina usada para llevar en procesión a los santos) adornan el pecho desnudo con la imagen de San Sebastián; por la noche, el santo vuelve a salir en procesión sobre un carro tirado por niños, antes de que los fuegos artificiales iluminen como si fuera de día la noche de Ferla. Un espectáculo de gran impacto que aúna fe y folclore en una única alegre celebración.
Pero para dar a un día cualquiera la solemnidad de un día festivo es suficiente con probar la exquisita cocina siracusana: especialidad de pescado fresco o excelentes platos a base de la famosa longaniza local, para terminar con los imperdibles “cannoli” de requesón y helado artesanal, un auténtico orgullo de la zona.
Unas vacaciones en Siracusa, para disfrutar de esas tradiciones que vemos en las películas de blanco y negro, los testimonios artísticos de un glorioso pasado y los sabores auténticos de una tierra generosa, que nunca se cansa de dar emociones.
¿Sabía que…?
La expresión “tener una espada de Damocles sobre la cabeza” forma parte del lenguaje común, e indica una situación de incertidumbre y temor por un peligro siempre al acecho. No todo el mundo sabe que, sin embargo, esa expresión deriva de un relato de Cicerón, según el cual, el príncipe Damocles era un gran adulador de Dionisio II, tirano de Siracusa. En su presencia, el príncipe elogió la suerte del tirano, por su poder y sus riquezas; entonces Dionisio le invitó a un exquisito banquete durante el cual, Damocles probó los extraordinarios privilegios de los que disfrutaba el tirano. Solo al finalizar la cena notó, encima de la cabeza, una gran espada colgando de una fina crin de caballo. El tirano había ordenado colgarla sobre la cabeza del príncipe para que comprendiese la delicada posición de los hombres de poder, expuestos continuamente a amenazas de todo tipo. Fue así que Damocles dejó de invidiar inmediatamente al tirano y la “afortunada” situación en la que se encontraba.