Lo mejor de la provincia de Pescara para dar la bienvenida a la primavera
El nombre de Abruzzo lo identificamos con imágenes de antiguos pueblecitos situados encima de montañas, ganado pastando, grandes extensiones de verdes pastos o curiosas cabras monteses que se asoman por los precipicios del Parque Nacional. El Abruzzo es todo eso, pero también mucho más.
Transcurrir algunos días en una de las numerosas casas rurales de la provincia de Pescara le permitirá descubrir una tierra de gran interés, que puede ofrecerle un amplio abanico de propuestas para todos los gustos, para disfrutar de unas vacaciones completas.
El territorio de Pescara se encuentra situado sobre grandes extensiones verdes y el mar, alberga importantes tesoros artísticos y sus habitantes son conocidos por la gran acogida que dispensan a los visitantes. Pescara es un famoso centro balneario, con importantes instalaciones y estructuras turísticas y calles con un gran ambiente y ajetreo; pero es suficiente con alejarse unos pocos kilómetros de la capital para poder encontrar la fascinación intacta de pintorescos pueblecitos abruzzeses.
Buena prueba de ello es la pequeña localidad de Abbateggio, que merece una vista aunque solo sea por la maravillosa iglesia de la “Madonna dell’Elcina”: cuenta la leyenda que, alrededor del siglo XV, dos pastores mudos recuperaron la voz gracias a la Virgen que se les apareció sobre una encina. El tronco del árbol se conserva aún en la iglesia dedicada a la Virgen, que así lo pidió por haber obrado el milagro.
Otra localidad, también muy especial: Città Sant’Angelo conserva una colegiata en honor a San Miguel Arcángel, que se remonta nada menos que al periodo anterior al año mil: su valioso portal está decorado con figuras del año 1326. En este territorio se puede admirar el “Cisternone”, una increíble cisterna pública del siglo XIX.
Si desean respirar en primera persona las atmósferas que narra la poesía “dannunziana” solo tienen que dirigirse a Cugnoli: por su territorio pasa el “tratturo”, el camino que recorren los pastores y sus ganados durante la trashumancia. No olviden visitar, en la iglesia de la Abadía, el valioso púlpito del año 1166 y un grupo de esculturas de madera que representa a la Anunciación, y que se remonta a los siglos XV- XVI.
Y ahora algo verdaderamente insólito: en Roccamorice se encuentran los llamados “tholos”, unas construcciones antiquísimas de piedra, edificadas por pastores y campesinos como refugio; su estructura nos recuerda la de los “trullos” puglieses y las “nuraghe” sardas. La particularidad de estas cabañas reside en la ausencia de cemento y en la elevación por superposiciones concéntricas, un método ingenioso usado, siempre igual, desde hace miles y miles de años hasta los años cincuenta.
Otras maravillas de la provincia de Pescara: Rosciano, donde podrá visitar la iglesia del siglo XV de San Nicolás, con sus valiosos frescos del renacimiento; Corvara, maravilloso pueblecito desde el que se disfruta unas vistas que nos dejan sin aliento; Manoppello, pequeña localidad donde está el “Santuario del Volto Santo”, objeto de devoción popular y destino de los peregrinos que vienen de toda Italia.
Para acabar relajándonos, no olvide hacer una parada en Caramanico Terme, cuyas fuentes sulfúreas con oligominerales son muy beneficiosas para el bienestar psico-físico.
Pero para que unas vacaciones en una casa rural sean completas no puede dejar de probar la exquisita cocina local que, con el aceite de oliva virgen extra, los famosos vinos y los platos a base de pescado de la costa, como el “brodetto”, mezclados con antiguos sabores del interior, en los que domina el farro y el queso pecorino abruzzese, constituyen el auténtico valor de un modo de vida tradicional, que hay que conservar.
Pasando unas vacaciones en la provincia de Pescara podrá aunar, en una única experiencia, los ecos de historias remotas narradas delante de una acogedora chimenea, el lento paso de los pastores y, a lo lejos, el mar Adriático que, sin pudor, muestra descaradamente ante nuestros ojos su ventana de un cegador color azul.
¿Sabía que…?
En Penne, en provincia de Pescara, ha vuelto a estar de moda, desde hace algún tiempo, el rito de la “Cummara a fiure”. Se trata de una usanza cuyo objetivo era establecer relaciones de amistad y de buena vecindad.
“La Cummara a fiure” – es decir, la madrina de las flores – se refiere a un pacto de amistad suscrito a través de un simbólico intercambio de flores. Regalando una coronita o ramito de flores al vecino de casa, se hacen explícitos nuestros propios sentimientos y las buenas intenciones para con él, perpetuando así una tradición antiquísima que se transmite de generación en generación.
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