Los recursos del bosque y las actividades abandonadas: la carbonera
El Carbonero
La formación de la carbonera demandaba mucho tiempo y atención; cada detalle era atendido escrupulosamente para obtener carbón de buena calidad.
Hasta los años 50, en muchas zonas montañosas de Toscana, la producción de carbón ha representado para la población residente, una importante fuente de ingresos, integrando además las actividades agrícolas y forestales.
La carbonera, rústico medio para transformar la leña en carbón: producto que posee un doble poder calorífico respecto a la leña, estaba compuesta de un acopiamiento cónico de ramas y pedazos de leños, cortados de un tamaño adecuado y dispuestos sobre un espacio llamado “aia carbonile” (depósito de carbón).
La carbonera se preparaba en el interior del bosque, en un lugar plano, lo más reparado posible de los vientos; en el centro se plantaban tres palos dispuestos en triángulo equilátero a una distancia entre 30 y 40 cm entre cada uno de ellos, de igual altura a la de la carbonera definitiva: contra ellos se apoyaba verticalmente una pila de leña procedente de los cortes de los bosques cercanos destinados a la tala. El material leñoso (generalmente bellota amarga, madroño y encina) que formaba la pila, era reducido en pedazos de igual tamaño. Se formaban luego 2 o 3 capas hasta formar una cúpula de una altura aproximada de ¾ del diámetro de la base; luego se cubría todo con ramas húmedas y sucesivamente de un estrato de tierra mojada.
En la base de la carbonera se realizaban aberturas, a través de las cuales se encendía el fuego y se cerraban cuando el mismo se había propagado completamente, dejando pequeños respiraderos.
La operación de carbonización, constantemente seguida por el carbonero, duraba una media de entre ocho y diez días, luego se sofocaba el fuego cerrando todas las aberturas y se dejaba enfriar la masa hasta la demolición de la carbonera obteniendo un carbón de óptima calidad.