El buey en el mundo agrícola toscano.
En la población rural, los bueyes era verdaderas máquinas de trabajo y no se comían salvo en el caso que ya no pudiesen arar o tirar de los carros. En efecto, los bueyes eran motivo de orgullo para los campesinos toscanos: en la visita a una casa rústica se pedía visitar el establo. Aquí se conversaba y se discutía sobre animales y precios. La pata el buey era objeto de un cuidado particular, partiendo de la herradura. En el caso de una distorsión se le aplicaba al animal una estopa con clara de huevo en el miembro dolorido. Otras veces se enroscaba una zarza alrededor del vendaje y el animal debía estar quieto hasta que cayese la zarza (es decir hasta que cesaba la hinchazón). Para la inflamación del cuello a causa del peso de yugo, se colocaba sobre la parte inflamada un líquido hecho a base de corteza de olmo. Para proteger los bueyes del mal de ojo se usaba colocar flecos rojos sobre los cuernos.
En Talentano, Bolsena, el 15 de agosto se celebra una ceremonia particular durante la cual se realiza un largo surco derecho en una zona amplia y llana, sirviéndose de un par de bueyes, herencia de un ritual pagano de agradecimiento por las cosechas, posteriormente unido a la divinidad Madonna Asunta.
En algunas zonas limítrofes entre Marche y Toscana, el yugo de los bueyes era considerado sacro y cuando ya no servía, se solía enterrar pero jamás se quemaba. Quien lo hubiese hecho, habría sufrido antes de morir una larga agonía.
Buey con arneses de color rojo contra el mal de ojo