El bosque como ecosistema.
Los árboles han sido objeto de una larga historia evolutiva que ha llevado, en el período Eoceno, a la diferenciación de las principales especies que hoy viven en la tierra. La estructura particular que poseen los árboles permite el desarrollo de funciones de primordial importancia en la vida del hombre (ver fotosíntesis), representando uno de los elementos esenciales en la constitución y funcionamiento de los principales ecosistemas terrestres.
Desde las primeras clasificaciones botánicas, los estudiosos adoptaron nombres científicos en latín: los conceptos de “género” y “especie” se introdujeron en el año 1196 por el botánico suizo Caspar Bauhin. En el año 1.753, el naturalista sueco Carl von Linné introdujo el sistema binomio de nomenclatura científica: cada especie es designada con un nombre genérico en latín o latinizado, escrito con una inicial mayúscula seguido de un nombre específico, con inicial minúscula y de una letra entre paréntesis que representa la inicial del nombre del botánico que ha inventado el nombre científico; por ejemplo el Haya es definido como Fagus sylvatica (L.).
El bosque
El bosque en su conjunto, constituye un ecosistema complejo y fascinante en el cual las plantas, la fauna y los componentes no vivientes – como el suelo y el agua – están estrechamente ligados entre ellos en un equilibrio de tipo dinámico. Cambiando algunas condiciones ecológicas, el aspecto exterior del bosque puede transformarse incluso de manera considerable, basta pensar el aspecto esencial que asume un bosque con especies de follaje caduco en el período invernal, en contraste con el estivo o el primaveral, caracterizados por la floreciente vegetación en el interior del bosque y las densas y verdes copas de los árboles.
Copa:
es el conjunto de ramas que sostienen las hojas en las cuales se encuentra la clorofila y se produce el importante proceso de la fotosíntesis.
Tronco:
provee la conducción de las sustancias desde las raíces a las partes aéreas del árbol, funciona de sostén de las hojas, flores y frutos.
Raíces:
fijan el árbol al suelo, absorben el agua y los elementos nutritivos.