El territorio de Mantua tras las huellas de los Gonzaga
Cuando uno llega a Mantua, recorriendo la carretera rodeada de lagos que se han formado por el río Mincio, tiene la sensación de encontrarse frente a un holograma. Así es, la ciudad a lo lejos, envuelta en la niebla o el rocío, adquiere un carácter de leyenda que difumina los contornos envolviéndolos en una dimensión onírica.
Mantua es una ciudad elegante y culta, donde por sus calles y antiguos edificios se respira arte y belleza, por una herencia dejada por la dinastía de los Gonzaga y, probablemente, por una vocación natural hacia lo bello de la propia ciudad; no es una casualidad que Mantua sea la patria de Virgilio y Mantegna, y además de un marco incomparable de la ópera de Verdi “Il Rigoletto”.
Se puede afirmar, sin lugar a dudas, que Mantua es una de las ciudades más románticas de Italia, y ello podemos comprobarlo paseando por sus acogedoras plazas, como Piazza delle Erbe, Piazza del Broletto y Piazza Sordello. O bien, deteniéndonos en el Duomo, decorado con los estucos de Giulio Romano, o visitando la basílica de San Andrés, proyectada por Leon Battista Alberti. Pero la apoteosis de los sentimientos queda expresada por la famosa Camera degli sposi (Habitación de los esposos) con frescos de Mantegna para Lodovico Gonzaga y su familia, en el interior del Palazzo Ducale. Una trama maravillosa de personas, animales y paisajes en los que se alternan excepcionales “trompe l’oeil”.
Un poco más separado del este complejo surge el famoso Palazzo Te edificado por Giulio Romano para los Gonzaga, en el siglo XVI, que contiene joyas artísticas como “La Sala dei Giganti” y la “Sala di Amore e Psiche”.
Un poco más allá de Mantua surge el pueblo de Virgilio, nombre que tomó en 1883, en honor al gran poeta latino. A él está dedicado el museo virgiliano que alberga, entre otras cosas, un recorrido didáctico por las obras y vida del poeta y una valiosa cerámica del renacentista.
A solo cuatro kilómetros de Mantua se encuentra Porto Mantuano, donde se puede visitar el elegante palacete, Villa La Favorita, un edificio soberbio, con numerosas columnas, galerías, ventanas y motivos arquitectónicos que hacen del mismo uno de los edificios más significativos de los Gonzaga.
A menos de treinta kilómetros de Mantua surge Cavriana, pequeño centro conocido por su monumental castillo en el cual, en 1407, murió Francesco Gonzaga. De la imponente construcción solo queda hoy en día parte de muralla y la torre del campanario. El resto de la muralla fue utilizada para edificar el palacete Villa Mirra, edificio del siglo XVI, que perteneció a los Gonzaga y en el que, actualmente, se celebran muchos eventos culturales y artísticos.
Otra perla del territorio mantuano es San Benedetto Po, cuyo nombre está relacionado con el de Matilde de Canossa, y siguiendo los pasos de la misma, se aconseja, precisamente una visita a la basílica de la abadía, un edificio espléndido y articulado que la condesa, tras el famoso episodio que tuvo lugar en Canossa, entre el Emperador Enrique IV y el Papa Gregorio VII, donó al Papa.
Y para terminar nuestro itinerario descubriendo Mantua y sus valiosas joyas, les proponemos una verdadera piedra preciosa: Volta Mantovana. Es una localidad de pequeño tamaño pero con un gran patrimonio artístico, muy importante, que puede evidenciarse en muchos de sus edificios, como el elegante Palacio Gonzaga, que fue residencia de campo de la familia y que alberga valiosos frescos y un frondoso jardín; podemos seguir la visita con la antiquísima iglesia parroquial, que se remonta al año 1037, con sus frescos del siglo XV, y el espléndido altar mayor del siglo XVIII.
Para completar nuestro recorrido, un momento dedicado al paladar: la cocina mantuana es rica en sabores extraordinarios de la tradición campesina; para paladares exquisitos, recomendamos los tortellis de calabaza, con un característico sabor agridulce, para los más exigentes, los tallarines con la focha común y para los más golosos la clásica torta sbrisolona.
Para moverse fácilmente entre las distintas localidades citadas, lo mejor es hospedarse en una de las confortables casas rurales de la provincia de Mantua, para vivir plenamente un territorio caracterizado por la elegancia y la belleza, que solo las grandes dinastías saben regalar imperecederas a las generaciones posteriores.
¿Sabía que…?
En Mantua, en el lago Superiore, se puede admirar en los meses de veranos una isla flotante de nenúfares: cuenta la leyenda que un joven, durante un viaje a Oriente, conoció a una bellísima muchacha con los ojos achinados y la piel perfumada como los nenúfares. Los dos llegaron juntos a Mantua, pero la muchacha se ahogó mientras se reflejaba en las aguas del lago. Fue entonces que el joven, desesperado, esparció semillas de nenúfar en estas mismas aguas para que cada verano, al florecer, le recordase a su amada.